miércoles, 3 de marzo de 2010



Todavía no se por qué es necesario este momento a solas con mis pensamientos para que

todo fluya como lluvia de marzo; puede, tal vez, ser el hecho de que el dinamismo propio de este rincón del mundo no me permita ser conciente de mis actos hasta después de ser consumados, o tal vez es mi propia incapacidad para crearme ese espacio.

Si, es verdad, ya empezó a hacer un poco mas de frío, pero el ángel de la noche no entiende de estaciones ni de regímenes, y, sin piedad de mi, me obliga a escribir en las peores condiciones.

Si de las nuevas experiencia se aprende, yo confirmo esa regla a través de la excepción, nunca logre adaptarme del todo a los nuevos fenómenos, pero sí me detuve a ver como las personas se relacionan, como un interés común crea alianzas inesperadas y de cómo dejamos de lado nuestras prerrogativas con tal de amoldarnos.
Es así como suelo terminar mis días; mintiéndome para sobrevivir, callando para no sufrir las consecuencias, y con un gusto amargo de que, digan lo que digan, la libertad de expresión y la democracia son un anexo mas a ley del mas fuerte.  Me dicen “acepta las reglas del juego o andate”, y todas las libertades que me diste son las peores cadenas.

Si, es verdad que de noche me dan ganas de llorar por pensar la realidad a través de esta visión particular;  pero al entender que todos tenemos razón, mi tristeza, como dijo Cortazar, se hace menos amarga.

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