sábado, 15 de octubre de 2011

Entre la euforia y el abismo



Ser dos personas en un solo cuerpo cuesta, no es gratis; a cada palabra de odio le sigue un acto de amor, a cada estrofa de orgullo le precede un estribillo de ignominia. Cuando dejarse caer parece la opción correcta, el impulso me encarcela en la normalidad; cuando analizo el costado más onírico, la locura prescribe formas y métodos de los más convencionales. ¿Cuánto cuesta pasar de la euforia al abismo? Nada, o todo. Una taza de té, mil kilos de droga, un beso, todos los rechazos, media esperanza de amor, y un campo de sombrías incertidumbres, tan solo eso es necesario para que todo lo blanco se me tiña de negro, para que la alegría más perfecta se transforme en un paroxismo de terror y desolación. En mi diccionario, las palabras aparecen y desparecen al servicio del dios Baco y sus amigos; cada gota de deseo se funde con las lágrimas de Hades y el resultado de esa alquimia amalgama cada segundo de mi dudosa existencia. Dudo de todo, de todos, principalmente de mí, más aún a la luz de saber que queda mucho por delante…

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